PRIMER PREMIO
Los ojos de Claudia
El Monumental vibraba. Cien mil
almas impulsaban a los jugadores. Se olía el gol. Entonces vi esos ojos que
nunca olvidé desde niño. Era Claudia. Dos filas más abajo, con su remera de
gallina, con sus ojos esmeralda, bellísima. Voceé su nombre hasta que me miró
extrañada, desconociendo mi cabeza calva y mi cara cansada. Un grito nos
arrastró a todos. ¡Gooooooool! Nuestros jugadores abrazados, el arquero rival
recogiendo la pelota amansada en la red. River era campeón y yo ni siquiera vi
el gol. Los ojos de Claudia se perdieron para siempre entre el gentío.
Santiago Casanova Gómez
Madrid, España
SEGUNDO PREMIO
Mi querido River Plate
Un príncipe, un muñeco, un burro, un oso, un león, un gladiador, un loco...un ángel.
- ¿Mamá, dónde estamos?
- En un sueño, hijo.
- ¿Y quiénes son todos esos personajes sobre el pasto?
- Somos todos, mi amor. Cada uno de ellos, es parte de nosotros.
Madre e hijo abrazados en una lágrima, en una sonrisa. Son 90 pero cada minuto es eterno, infinito. En cada rojo latido de él, en cada blanca caricia de ella, se esconde la vida.
Mariano Alvarez
Las Condes, Santiago de Chile, Chile
TERCER PREMIO
Rituales
¡Gol! –gritó el relator. Y el corazón de la mujer se emocionó como lo hacía desde que era una niña.
El tiempo se había paralizado. La comida quedó a medio hacer, el teléfono no fue atendido, tampoco los what’app. La camiseta de River la apretaba entre sus manos como un talismán.
Todo era por cábala.
Rituales que se repetían en cada partido. Si alguna vez no los hacía, sentía que desprotegía a su equipo: el los gladiadores liderados espiritualmente por Ángel Labruna.
El partido terminó; la pasión continúa.
Marcela Fabiana Bisoffi
Berisso
CUARTO PREMIO
TERAPIA
Hacía muchos días que estaba en terapia intensiva, era evidente que me ocultaban la verdad. En cada visita la mirada resignada de mi familia hacía presagiar el peor final. Solo un poco de alivio cuando me dejaban ver a River por TV.
En la visita se turnaban para verme, un primo fanático como yo me preguntó si necesitaba algo. –La camiseta de River—pedí. Al otro día la tuve. Me la puse y me empecé a sentir mejor
La camiseta le salvó la vida dijeron los médicos. Otra explicación no se encontró.
Volví al Monumental.
Jorge Raul Garcia
CABA
QUINTO PREMIO
FALSO DIEZ
Un viejo me miraba fijamente, al fondo del bar; tenía un aire al Burrito Ortega, wing a la antigua, falso nueve, falso diez, falso once, ebrio de Dios. El reloj de cadena que colgaba de Malena, una copera de plástico, marcó las dos de la mañana. Al oído el viejo Pinino Más como una sombra de Pedernera o de Bernabé o de Francescoli me dijo: “Uno no tiene la vida que quiere vivir sino la que los números nueves y los números cincos te dejan vivir.”
Alberto Bejarano
La Macarena, Bogotá, ColombiaCoordinador General del Certamen
Carlos Alberto Bonserio
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