¿Cómo definiría el
arte de escribir microrrelatos?
Es uno de los género, junto con la poesía, más complejos. Requiere
de una precisión artesana para ensamblar las piezas de un mecanismo que debe
ser exacto. Cada palabra debe estar ubicada en su lugar. Nada puede sobrar ni
faltar. La resolución debe ser tan inesperada como reveladora. Y ha de ser a
partir del punto final cuando el lector inicie la inmersión en el microrrelato.
¿Podría relatarnos un
poco de su autobiografía literaria?
Con la creación de mi blog, Buenos Aires 1929 Café Literario,
comencé a dar a conocer mis relatos a una mayor audiencia. Publiqué varios
textos en la revista literaria venezolana Letralia, Tierra de Letras que
fue mi primera incursión en América Latina. Más tarde, me llegó la propuesta de
una artista plástica y crítica literaria, Fuensanta Niñirola, de publicar con
un grupo de Valencia (España) llamado Generación Bibliocafé, cuyo editor
es Mauro Guillén, y con el que he participado en más de una decena de libros.
También es el editor de mis libros Los espejos que se miran y, el
último, Relatos de la Patagonia. En medio, han llegando
diferentes premios literarios de España, Chile y Argentina como el Primer Premio del I Certamen Internacional de
Microrrelato Pleamar (Argentina) convocado por el Centro Cultural Kemkem, el
Segundo Premio del 55º Concurso Internacional de Poesía y Narrativa
(Argentina), el Tercer Premio del XII Certamen de Cuento Centro Cultural del
Tango Zona Norte (Argentina), Menciones Especiales y de Honor en I Concurso de
Microrrelato Lebu en Pocas Palabras (Chile) Certamen Universo de Tangos
(Argentina), X Concurso Literario Gonzalo Rojas (Chile), Finalista de II
Concurso de relatos Cortos Mujeresisla (La Gomera, España) etc. Además de la
publicación de cuentos y relatos en antologías de Argentina, Chile, Venezuela y
España. Colaboraciones en revistas literarias, secciones culturales periódicos,
miembro de jurados internacionales, la impartición de talleres literarios y
colaboración con la sección Poesía que viene en el programa
cultural de radio Faro al Sur (Quequén, Argentina) que conduce Juan Manuel
Montero Lacasa.
¿Qué le
atrajo del mundo de las letras?
Desde la infancia mis primeras lecturas fueron la poesía que
me descubrió una maestra y los cuentos que mi abuela me compraba en la capital
de la isla de Tenerife (Canarias). Y de esas lecturas de Rubén Darío, Juan
Ramón Jiménez, Gabriela Mistral…, comencé a escribir poemas. Descubrí la novela
a los 10 años, cuando mis primas me regalaron Alicia en el país de las
maravillas y mi mundo volvió a dar otro giro.
Siempre me planteé escribir desde el punto de vista creativo.
Además de bibliotecaria, soy licenciada en Historia del Arte y la creación y la
mirada son fundamentales en mi trabajo literario. Sin mayores pretensiones que
contar historias pero con el uso del leguaje como si fuera esa arcilla
moldeable y las palabras las piezas claves con las que construir un poema, un
relato o una novela.
¿Cómo
definiría su estilo narrativo, y qué escritores influyeron en su escritura?
Como autora es difícil hablar de mi estilo narrativo y
prefiero dejar una cita de un excelente escritor perteneciente a Generación
Bibliocafé, Gonzalo Muro, que escribió en una reseña sobre Los espejos
que se miran lo siguiente: «Para Felicidad, la Literatura es algo más
que un espejo de la realidad, es un ejercicio de estilo, un rigor estético en
el que encajan sus ideas y pasiones, de un modo coherente, solo fácil en
apariencia. Porque sus textos tienen el apoyo de una técnica impecable, pero
apenas apreciable (otra gran técnica) y que surge del aprendizaje de la lectura
de grandes autores para lograr forjar un estilo propio y fluido».
Soy una lectora voraz y, desde los 10 años, seguí un método
que sistematizara mis lecturas y fue agrupar los autores por países, tanto en
narrativa como en poesía. Hoy sigo releyendo los clásicos con renovada pasión.
Los escritores que por una razón o por otra me han causado
una mayor impacto son Cervantes, Benito Pérez Galdós, Jorge Luis Borges, Julio
Cortázar, Gabriel García Márquez, Tolstoi, Dostoyevski, William Faulkner, Willa
Cather, Virginia Woolf, Jane Austen, las hermanas Brontë, Katherine Mansfield,
Miguel Delibes, Filisberto Hernández, Héctor Quiroga, Julio Ramón Ribeyro, Emily
Dickinson, Rubén Darío, Vicente Huidobro, García Lorca, Luis Cernuda, Pedro
Salinas, Pedro García Cabrera, los hermanos Millares Sall… y todos los que
resultan imposibles de citar en estas líneas.
¿Qué microrrelato adoptaría como bandera si tuviera que
decidir?
Una difícil elección. Sin duda, elegiría de Monterroso,
Arreola, Denevi, Kafka, Chejov, Borges, Cortázar, Mateo Díez, José Rshaid…
Selecciono Robinsón desafortunado de la también admirada, Ana
María Shua.
«Corro hacia la playa. Si las olas hubieran
dejado sobre la arena un pequeño barril de pólvora, aunque estuviese mojada,
una navaja, algunos clavos, incluso una colección de pipas o unas simples
tablas de madera, yo podría utilizar esos objetos para construir una novela.
Qué hacer en cambio con estos párrafos mojados, con estas metáforas cubiertas
de lapas y mejillones, con estos restos de otro triste naufragio literario».
¿Desde su comienzo
cómo ve la transformación de su narrativa a través del tiempo?
Yo hablaría de evolución que viene dada por el trabajo
diario, por la lecturas nuevas o las relecturas, por el devenir personal y del
contexto histórico y social que nos ha tocado compartir y sus circunstancias.
¿Usted considera que
se nace o se hace escritor?
Debe
haber una predisposición, pero escribir no es redactar. Y además del posible
talento innato que pueda poseer un autor, de poco le valdrá sin formación. Son
imprescindibles: la lectura y no solo de literatura, sino de todos los campos
del saber, la curiosidad, la capacidad para viajar, y no me refiero únicamente
a largas distancias o a otros continentes. Hablo del viaje interior, de andar
por las calles de su ciudad, los cafés, las estaciones, lugares públicos o más
íntimos y a observar, contemplar, analizar, escuchar, anotar…, lo que ocurre a
su alrededor. A asistir a talleres literarios, a cursos de escritura creativa.
E insisto, leer mucho, leer compulsivamente, leer a diario, leer por encima de
todas las cosas.
¿Qué
consejos le daría a un joven escritor?
El consejo fundamental es leer.
Leer todos los clásicos. Leer lo nuevo. Leer todos los géneros. Ir al cine, al
teatro, a las exposiciones de arte, escuchar música… Escribir y romper. Leer.
¿Cómo ve el camino
para editar?
Es un mundo complicado. La mayoría de las editoriales están mas
preocupadas por el producto comercial que por apostar por una obra literaria.
Pero ningún escritor debe obsesionarse con publicar sino con escribir. Trabajar
y ser perseverante. Por otro lado, las nuevas tecnologías y los variados
soportes digitales y las redes sociales, permiten la difusión de novelas,
poemarios, libros de relatos, etc., tanto en papel como en documento
electrónico. También son posibles ediciones desde pequeñas editoriales
independientes o de autodecisión.
¿Qué
espera lograr desde el microrrelato?
Seguir aprendiendo en este arte
¿Cuál
es su libro de cabecera y que libros recomienda leer?
Las obras completas de Jorge Luis Borges. Recomendaría todos
los cuentos de Cortázar y Rayuela. Bomarzo de Mujica Láinez, Seda
de Alessandro Baricco, Miau y Fortunata y Jacinta de
Benito Pérez Galdós, Obras completas de Shakespeare, Persuasión
de Jane Austen, Crimen y castigo de Dostoyevski, Ana
Karenina de León Tolstoi, Madame Bovary de Flaubert, Stoner
de John Williams, El oficinista de Guillermo Saccomanno,
Dublineses de James Joyce, Manual para mujeres de la limpieza
de Lucia Berlin, Demasiada felicidad de Alice Munro, Poesía
completa de Alejandra Pizarnik, Poemas de Emily
Dickinson, Materia de Testamento de Gonzalo Rojas, Obras
completas de Félix Francisco Casanova, Poesía junta de
Pedro Salinas, Realidad y deseo de Luis Cernuda…
¿Utiliza
los nuevos canales de difusión cibernética?
Sí,
son medios ideales para compartir, intercambiar, difundir. De hecho tengo un
blog, Buenos Aires 1929 Café Literario, que me ha permitido abrir puertas y
conocer amigos y escritores de muchos lugares. En cuanto a la lectura, aunque
leo algún que otro libro en soporte digital, mayoritariamente los prefiero en
papel. Me apasiona el ritual del libro. Desde el instante de ir a buscarlo a la
librería, o a la biblioteca, recorrer sus estantes, llevarlo a casa, sacarlo de
su envoltorio, leer las cubiertas, el aroma y, sobre todo, el sonido musical
que producen las páginas al pasarlas.
Mi enhorabuena, Felicidad. Creo que tu nombre lo dice todo.
ResponderEliminarAsí sea <3.