miércoles, 15 de agosto de 2018

2° AL 10° PREMIO Y MENCIONES ESPECIALES DEL I CERTAMEN INTERNACIONAL DE POESÍA A LOS FAROS


SEGUNDO  PREMIO

FARO DE QUEQUÉN 

Coloso
     de figura
          gallarda,
               majestuosa,
                      señorial.
Imán blanco y negro,
      que en silencio,
                      respira
junto al cadencioso respirar del mar

Luciérnaga insomne,
                   de naves rastreando el puerto
             entre tinieblas nocturnas
                              invasoras de tu río, mar y ciudad.

Histórico Faro,
      qué este tributo en versos
      pregone por siempre
            tu existencia
                    de luz servicial.






RAÚL EDUARDO NARVÁEZ
  Quequén



TERCER PREMIO

PARA UN FARO


Como voz de roca, caminante estela
pétalo de arena con aroma a mar,
trenzado entre lunas, brillas centinela,
sentencia de un tiempo, reclamas amar.

Un trueno en las olas divide tu estela
y con cuatro estrellas, dibujas el sur
cánticos de espuma, de jarcias y vela
y orzas y navegas a un rumbo de albur.

Desde proa a popa, con velas de ausencia
tus cabos se tenzan, se cruzan en cruz
plegarias mojadas ruegan tu presencia
sendero de vida, camino de luz.

Ojo de la noche, compañero y guía
patrón de los rumbos que al agua das paz,
facón que a la niebla la vistes de día
faro diamantino seriado y tenaz.


 Ricardo Arasil
 Montevideo - -Uruguay



CUARTO PREMIO

Faro de Quequén

Faro de Quequén
Altivo, te yergues,
orgulloso faro.
Mítico coloso
nacido en un páramo.
¡Cuántas tempestades
habrás soportado,
con furiosos vientos
que, recio, te hallaron!
Pero no cejaste
de exhalar, en lo alto
de tu cuerpo cónico,
esos rayos blancos:
Miríficas luces
que evitan naufragios.
Mientras en la noche,
de rumores vagos,
las voces del tiempo
oyes, extasiado.
Son los tamariscos
que elevan sus cantos
cuando fuertes ráfagas
agitan sus brazos
y las arpas pulsan
los duendes alados.
Gnomos que, en el día,
duermen en los glaucos
o entre los perfumes
que regala el árbol.
.
¿Qué misterios guardas
en tu ser hierático
y en esos destellos
que envías, extraño,
barriendo distancias
de silencio arcano?
¡Cuánta historia encierras
magnífico faro!






Delia Beatriz Chinellato
Capitán Bermúdez, Santa Fe


QUINTO PREMIO


EL FARO DEL FIN DEL MUNDO

En un paraje lejano
allá donde el mundo termina,
entre rocas peligrosas,
hay una luz que ilumina
el sendero de las naves
pese al viento que lastima
y las aguas que se juntan.
Hay un faro que es vigía
para hombres tan valientes
que a la muerte desafían.
Y se alza majestuoso,
sobre las aves marinas,
cual portentoso gigante,
de las costas argentinas.
Entre el velo de la noche,
clara huella nos invita
a seguir ruta segura,
cuando el riesgo se aproxima.
En los mares tenebrosos,
un amigo nos vigila…
Va sugiriendo caminos,
cual legendaria utopía.



 Susana Angélica Orden
Ciudad Autónoma de Buenos Aires



SEXTO PREMIO

LOS FAROS ARGENTINOS

Luz guiñante por segundo
en lo firme de la tierra,
el que navega se aferra
en los mares de este mundo.
Es un producto fecundo
esa señal luminosa,
que se busca presurosa
y ellos nos sirven de guía,
como aquel de Alejandría
de estampa maravillosa.

Si por mi patria navego,
el San Antonio en Lavalle,
más sin entrar en detalle
su caracol es un juego.
Al Sur, en Tierra del Fuego,
Eclaereurs se delata,
Mogotes en Mar del Plata,
el Miramar de argentina,
con el Quequén que ilumina
Carguero, yate o fragata.

Muchos más son nuestros faros
que adornan la costa nuestra,
son baluartes de respuesta
en lugares sin reparos.
Para evitar males caros
cuando el mar se enoja y brama,
para adelantarse al drama
por los vientos y mareas,
luz que orienta en las peleas;
cuando a refugiarse llama.

 Noé Zenón Suárez Casielles.
Dolores, Pcia de Buenos. Aires





SÉPTIMO PREMIO

Los faros del mar

Solitario tan gigante
guardián de  intensos reflejos
 cuidando  el furioso avance
de mareas  entre vientos.

Mientras la noche ya invade
con ella , palpitan  miedos
en las almas tripulantes
de los crujientes veleros.

 Es tu  cuidado expectante
quien trae un camino cierto
en los indomables mares
de los confundidos cielos.

Donde olas grandes sin chance
hacen trampas al regreso
desafiando tu acuciante
 guia segura  a puertos.

 Micaela Laserda


OCTAVO PREMIO

 EL FARO

Entre la tempestad y la calma,
de las turbulentas aguas
que danzan con la crudeza del viento
se yergue el amante de Neptuno,
custodio del mar.

Las sirenas lo conocen,
amigo de los peces,
del petrel y del lobo de mar.
Inmutable, vigilante.
Fiel testigo de una historia singular,
orienta a los barcos
que se atreven al misterio y a la soledad.
Luces titilantes,
espectros que salvan,
que marcan la senda en la oscuridad.

La vida pasa,
el Faro permanece,
como refugio en la inmensidad,
cobija a las aves,
que mansas persiguen
las formas secretas de la Libertad.




Cristina Elvira Samara, 
Ciudad de Buenos Aires. 




NOVENO PREMIO

CENTENARIO CENTINELA



En una playa ventosa,
muy cerca de Necochea,
vela por cada marino
centenario centinela.

Allá donde el río Quequén
que abraza el mar pareciera,
siempre él luce su uniforme
de franja blanca y dos negras.

Y sus treinta y cuatro metros
que rumbo al cielo se elevan,
al mirarlos desde el mar
se diría que el doble fueran.

Lo corona una luz blanca
que alumbra todo a su vuelta,
que en el lapso de un minuto
cuatros giros, pues, completa.

Ciento sesenta peldaños,
más tres de yapa, lo llevan
hacia ese foco de luz
a través de la escalera.

Viejo faro de Quequén,
guardián de costa y leyendas,
protector de más secretos
de los que nadie sospecha,

testigo de calendarios
y de íntimas promesas,
de algunos besos furtivos
que dos amantes se dieran,

del rugido de las olas,
del susurro de sirenas,
y hasta de un buque fantasma
que encalló sobre la arena.                                               

Fuiste el cálido refugio,
en medio de la tormenta,
del cormorán, del gorrión,
de la gaviota costera.

Sigue siendo el lazarillo
de los navíos que llegan.
Sigue guardando misterios
centenario centinela.


  
Aldo Renato Guardatti.
Salta – Capital.



DÉCIMO PREMIO

G-0926 Quequen

Mirada inmensa, profunda, lejana;
largos cabellos vestidos de luto
con nívea franja en tu cuerpo vetusto.
El mar te susurra su dulce frescura,
 las nubes te prestan sus miles figuras,
 el viento te entrega caricias de espuma,
las naves suplican, clamando tu ayuda.

TÚ, faro, eres mi luz y mi día;
mi esperanza fiel, mi ansiada luna;
mi estrella nocturna, intermitente y pura;
mi cristal blanquecino de luces eternas
 -gaviota de alma que canta ternura-.

 YO, viejo navío, -barco caduco hilvanado de bruma-,
 busco consuelo entre tus verdes parajes
 de eucaliptos antiguos de olorosas alas
y tamariscos mimbreños de corteza rojiza.
Al final de mis días, como tú a mí,
quiero amarte y fundir mi existencia en tus salobres entrañas,
con fragancias ilustres de las playas argentas.

 Porque cada noche bravía
de díscolos mares navego sin rumbo,
atado sin tregua a mi melancolía.
Y TÚ me salvas y me resucitas…

Rosa María García Montes
Santander. Cantabria (España).  


MENCIONES ESPECIALES:




Mención Especial

Pestañeo

Su traje negro, su mirada única
siempre se adueña de mi asombro
con un acorde de “LA” en mi guitarra
logré ponerle música de vals
al pestañeo.

El mar cantaba alegremente,
el silencio que es sordo perdía espacio,
se extraña tu figura enamorada,
el vuelo de mis manos,
tu sonrisa.

Ella no está más bajo mis sabanas
la soledad, que es muda,
brilla y se apaga
El eclipse de luna ganó mi cama.

El espejo, dueño de la ventana,
brilla y se apaga, brilla y se apaga
Así fue aquel amor
en Bahía de los Vientos
cuando el faro testigo pestañeaba.


José Luis Borneo

Necochea



Mención Especial

El Faro

Solitario allá en la costa se alza,
como un gigante siempre atento vigila.
Con su sombra al horizonte alcanza,
Incansable su luz es la guía
de los navíos en las fuertes tormentas,
es la estrella en las noches sombrías.
Fiel testigo de viejas historias
de barcos y anécdotas marinas.
Sin doblegarse al viento incesante
ni a la arena candente del día.
Es el hijo prodigio de un pueblo
que junto a él lucha por su autonomía.




Fabio Alfredo Blanco
Santa Rosa – La Pampa



Mención Especial  

El niño en el faro de Quequén

En la costa se había ido la luz,
se la había llevado el oleaje del viento.
El océano era un pez espada
que azotaba las embarcaciones
con su eterna cola de sal.    

Allí , la torre enmudecida,
de pie, pero al mismo tiempo derrumbada,
sin poder llamar a los navegantes,
con su brújula rota,
un cíclope de cemento, cegado,
dominado por la oscuridad.

Pobre lámpara,
Centinela, pequeña ventana de la tierra,
8 botones de bronce guardan tu fuego,
163 costillas protegen tu corazón.  

Abuelo del mar,
tu bastón de luz no golpea la niebla,
pero tu voz, quebradiza, centenaria,
continúa llamando,
alguien, alguien debe oírla!

De pronto, en la cima del faro,
Un reflejo,
una chispa que pelea con la espesura de la noche,
un niño!
con un pequeño destello en su mano,
llevaba un trozo de espejo
que copiaba la luz de las estrellas.
El sólo buscaba que las ballenas de madera volvieran a su orilla.


Néstor Eduard Núñez Valenzuela.
La Florida, Santiago - Chile.


Mención Especial

Alegoría

Me gusta compararte con un faro,
porque se que soñaste que lo eras,
porque pase lo que pase estas a mi lado,
porque me lo dijiste en aquella estela.

Se que te empecé a llamar faro
aquella calurosa tarde de verano
cuando caminabas a mi lado
prometiendo: no bajar los brazos.

Eran buenos tiempos, o eso recuerdo
vivíamos bien, hasta que te fuiste.
Te marchaste y jamás volviste.
O volviste, pero no en sentimientos.

Me quedo con esos momentos,
cuando íbamos a tú sueño,
caminando sin tocar el suelo.
Hablando sin parar el tiempo.

Cada vez que te recuerdo
voy a aquel faro.
Ese, el de las tardes de verano.
Ese, el de tus sueños.

Porque una imagen me dejó
de lo auténtica que eras,
de esa que hablaba sin voz,
de esa brillante estrella.

Quizás no eras un faro.
Quizás, un simple mundano.
Quizás esperé demasiado.
Quizás, solo algo soñado.

Y aunque te quedes en el olvido,
y aunque tu rostro borre.
Cada vez que vea un faro,

quizás recuerde tu nombre.

Maria Silvina González 
Ramón Santa Marina - Necochea



Mención Especial


AL FARODE QUEQUÉN

Desde la cumbre de mi atalaya,
oteo el inmenso mar sin desdén.
Soy el faro de Quequén,
el que da lumbre hasta que sol haya.

Mi nombre fue tomado de la isla Pharos,
 donde Ptolomeo erigió el primero de los faros.
Hércules le pidió prestado a su padre Zeus sus poderosos rayos
con que iluminaba por doquier, tanto a señores como a lacayos.

Despistados nautas, chatarras flotantes, escuchad mi ulular
que os alertará por la niebla o los riesgos de la costa.
¿Acaso no oyen a la diosa Brontes aturdir con sus truenos estruendosos?
¿O no véis a Astéropes bramar con sus nubes tormentosas?
¿O soissordos y no oís al coro de las cincuenta Nereidas
que os pretenden llenando la noche con sus laúdes y timbales?

Naves que del mundo es su rol
aguardenla salida del sol,
cuando Febo reluzca de esplendor
para ingresar al puerto reparador.

¡Ahora, sosiéguense, insensatos y sofrenensus ímpetus so peligro de naufragar!
¿Acaso no intuyenque aquí estoy yo para guiarlos y darles apoyo?
Porque el brillo de mis destellosserála guía para vuestrasvidas
¡Qué vuestras singladuras os sean propicias! ¡Hasta más ver, barcos trotamundos!


Eduardo Roberto Kerschen
 Garín - Escobar  Provincia de Buenos Aires






1 comentario:

  1. Muy feliz con mi premio. Y muy complacida al leer los trabajos galardonados

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