PRIMERA MENCION
- ¡Bernardo San Juan! – gritó el capitán del Acorazado Pueyrredón, anclado en puerto inglés.
El indio dio un paso al frente en la formación de cubierta.
- ¿Habla alemán?– arremetió el capitán, absorto en los relámpagos negros de sus ojos, vibrantes en la arcilla de su cara.
-Ja, mein Herr – respondió Bernardo.
- ¿Usted es indio, apellido cristiano y habla alemán? – dijo retórico el oficial.
El voluntario de marina no respondió. ¿Cómo hacerlo? La sangre indígena galopaba por sus venas. A sus dos años había caído de un potro durante la huida de los suyos, al cruzar por la pampa preñada de colonias. El cura, al bautizarlo, agregó por apellido el nombre del santo patrono. Aquellas manos gringas, impiadosas, que asían un Veterly contra su pueblo, se habían hecho cuna y techo para criarlo.
- Lo que sea... será mi intérprete ante la Reina Victoria – afirmó el capitán.
Asintió. Le gustaba eso, pero más el mar, que brincaba como un
potro salvaje. Como su sangre, que en la pampa santafesina se amalgamaría con sangre
gringa en quince hijos con piel de arcilla. Sangre orgullosamente india que
hasta su último corcoveo estaría a salvo de rencores hacia el cristiano.
Julia
Schulte
Humboldt, Santa Fe, Argentina
Ávida lectora de novelas históricas.
Participante en certámenes literarios nacionales propiciados por
la Biblioteca Popular “Beck y Herzog” de Humboldt, obteniendo Mención (año
2017), Segundo Premio (año 2018) y Primer Premio (año 2019) con la presentación
de cuentos.
SEGUNDA MENCION
Mi joven madre, enjuta y bella,
es más alta que veinte hombres de pie. Su lábil figura inunda de gloria, vigor
y tristeza a este valle seco.
Mi
padre en cambio es viejo y huesudo. Apenas si pudo legarme la vida, cansado ya
de tantos siglos de procrear. Su sabiduría nutrió al mismo valle que mi madre
preside con orgullo. Sus raíces conocen a cada piedra y musgo del valle, a cada
ñire, zorro o forma de vida por insignificante que sea. Mi vida es entonces
testigo del tiempo. Mi vida es entonces el dolor de un arroyo seco, la muerte
de un hombre agobiado, la lágrima de gozo del último nacimiento. Mi vida es
entonces el suspiro profundo de su último esfuerzo.
Gustavo J. M. Calanni
TERCERA MENCION
Coya
Sube por el sendero de piedras, el cerro parece hoy más escarpado que nunca y la guagüita ya pesa mucho en la mochila de trapo que carga en sus espaldas.
Brilla el sol de enero en los
peñascos, y entre ellos, la coya busca las hierbas curativas para su rebelde y
constante tos. Ya un poco de vira-vira y jarilla había juntado en el llano,
allí donde encontró muerta a la cabrita que se le había perdido hacía varios
días, por el estado en que estaba se nota que algún puma dio cuenta de ella y
los cóndores también hicieron su trabajo.
Se viene el tiempo de sembrar el
maíz, los nabos, y alguna que otra verdurita en la pequeña chacra que cuida
tanto. Deberá aprovechar ahora, ya que pronto su embarazo le impedirá hacer,
sin dificultad, esas labores pesadas y peligrosas para su condición, por lo
menos la tranquiliza un poco el haber juntado bastante leña que cree, le
alcanzará para todo el invierno.” Pueda ser que vuelva mañana Illampu”,
masculla a veces para ella (en lengua quechua), su marido se fue a vender una
mula hace ya casi tres meses…esa gota que baja por su mejilla cobriza no es de
sudor…
Chascomús,Prov. de Buenos Aires
Tengo 71 años, casado con 2 hijos
y fue en 1992 que como buscando una forma de expresar sentimientos, y sin
ninguna otra pretensión, me puse a escribir poesía.
En aquella época me animé a
mandar dos obras a un concurso organizado por “La manzana de las luces “donde
me premiaron con una “mención especial”.El vértigo de mis ocupaciones no me permitió dedicarle mucho tiempo y mis obritas fueron muy espaciadas.
Una vez jubilado, retomé con más
aire y entusiasmo la escritura y fue en concursos de Editorial Dunken de Buenos
Aires y luego “Letras como espada” de Toledo (España), que terminé entre los
finalistas y mis obras “Por la simple Locura” y “Llamas” fueron publicadas en
los libros “Vestigios de la vida” (Dunken) y “Reloj de Sol” (Letras como
Espada) respectivamente, recibí un diploma de SADE por otro concurso y el
décimo premio de vuestra organización en oportunidad de la temática por
MALVINAS con mi obra “N.N”, el séptimo por “Madre Malvinas”
CUARTA MENCION
Miro sus ojos y sonrío. Ella no.
Los suyos reflejan el rupanco en el tiempo. Suyai los colorea de intensidad.
Bandadas de uñum revolotean en sus cejas. Mirando al sur, espera quieta el
waiwén. Le ha prometido traer el sonido del kultrun, dicen las voces. Ella
sostiene erguida el kepán azul que ondula suave sobre su cuerpo. Un cintillo de
plata se pierde en su cabellera gris. La fuerza del antu ha estrellado su
rostro con aspereza.
Enmudecida su voz, a cada latido su pensamiento se vuelve
más fuerte, trae voces que el mapudungun libera. Dicen que de niña aprendió con
su madre a leer el cielo en las noches de verano, a escuchar los sonidos del
agua, del viento, de los pájaros. Dicen también que una tristeza profunda la
tiene allí, desde hace mucho, de pie, mirando el sur, esperando que el waiwén
les regrese sus tierras manchadas de persecución, de locura y de muerte. Mis
ojos derraman lágrimas. En la noche más larga del año, esperamos juntas el
regreso de la luz sobre la tierra. Wiñoy Xipantu refleja su inicio en una
lejana sombra sobre la montaña. Miro sus ojos. Mira los míos. Sonrío. Ella
también.
Grisela Vilas
Nací en Olavarría, provincia de Buenos Aires, Argentina, aunque vivo desde hace muchos años en la Ciudad Autónoma de buenos Aires.
Comencé escribiendo poesía en la adolescencia, encontré el ella un modo de expresar mis sentiçmientos y de explorar mi pensamiento. Unos años después, varios para ser sincera, encontré el deseo de escribir narrativa y es a lo que me dedico actualmente, me gusta invocar historias y personajes y desarrollarlos en el cuento, la novela y el microrrelato.
En el 2013 publiqué mi primer libro de cuentos “Sólo quiero que mueras por mí” y de su mano llegue a Mendoza en ocasión de presentarlo en la Feria del Libro de esa ciudad, un año después. Fui seleccionada para participar en varias antologías organizadas por editoriales y organizaciones literarias. También obtuve menciones en distintos certámenes de relatos breves. Mi proyecto actual es una novela.
QUINTA MENCION
Un deseo para el año nuevo
Hoy es un día especial. Ayen Rayen (Flor Sonriente) se ha levantado muy temprano para orar en favor de la renovación de la Mapü (Madre Tierra). Mañana, veinticuatro de junio, se celebra We Tripantü, la nueva salida del sol y comienzan los preparativos para la fiesta.
Junto a su madre y hermanas cocinan los alimentos y el muday (bebida de maíz) que llevaran a la ruca. Todos están felices debido al comienzo de un nuevo ciclo de la vida, que marca el inicio de las cosechas y el fin de la siembra.
Al atardecer se dirigen a la ceremonia, la cual se realiza en un lugar sagrado. Ayen Rayen y su familia se reúnen alrededor del fogón para la cena. Luego inicia la observación cósmica, junto a los cantos y cuentos de los kimche (líderes espirituales). Antes del amanecer, a pesar del frío helado, los más valientes se dirigen al río para darse un baño de purificación.
El antü (sol) se asoma por las montañas, Ayen Rayen reza en silencio ante su aparición para pedirle por su gran deseo, el de encontrar esposo. Todos se saludan y gritan ¡Akuy we tripantu! (Llegó año nuevo!).
Melisa Lourdes Mariani
San José del Rincón - Santa Fe - Argentina
Biografía:
Melisa Mariani, de treinta y cinco años de edad, resido en Argentina, provincia de Santa Fe con mi esposo y mis dos hijos. Soy licenciada en biotecnología de profesión y actualmente me desempeño como docente. Siempre he estado vinculada a la enseñanza, ya sea escolar o particular. Hace algunos años mi pasión por la lectura me fomentó a escribir mis propios relatos.
SEXTA MENCION
Ariscos
Con su cara aindiada, un bebé en brazos y dos niños pequeños prendidos de su pollera, entró al hospital. Cruzó la sala de espera y llegó hasta la mesa donde la enfermera listaba los nombres de los pacientes, hasta llegar a veinte. Los demás deberían volver otro día. Ella no entendía de letras ni de relojes. Desconfiaba de los hospitales. En invierno, con el frío tremendo, debía llegar de madrugada; en verano, anotaban hasta con el sol alto. Hoy tuvo suerte. La enfermera después de preguntarle si llevaban su apellido, se limitó a escribir el nombre de sus tres hijos. Amamantó mientras esperaba, sentada en un banco de madera sin respaldo, y los dos varoncitos jugaban en el suelo con una botella de plástico.
El doctor llegó con pasos largos y apurados. “Navanquirí”, llamó la enfermera. La mujer de piel cetrina y ojos rasgados entró con temor al consultorio. El médico, sin mirarla, revisó a los tres niños. Trazó líneas azules en un papel y se lo entregó. Ella salió del hospital con el papel en la mano, su bebé en brazos y los dos niños pequeños prendidos de su pollera.
María Nélida Pedernera,
Reconquista, Santa Fe, Argentina
María Nélida Pedernera, psicóloga (UNR) y licenciada en Educación
(UVQ), desarrolló su actividad profesional institucional en el Hospital Central
de Reconquista y en el Instituto Superior de Profesorado N° 4.
SEPTIMA MENCION
El oscuro despertar
En una guardia de hospital de pueblo, una médica descansaba de su intensa noche de trabajo en una camilla. Un hombre de aspecto harapiento ingresó a la sala, dirigiéndole solo un asentimiento de cabeza.
—Antes no había hospitales ni médicos, solo chamanes y curanderas—reflexionó el hombre. La médica lo miró atentamente. —Esta zona estaba habitada por ranqueles y, en aquellos tiempos, no había lugar para la ciencia. Cuando lo hubo, los originarios fuimos despojados de nuestras tierras.
— ¿Fuimos? ¿Es usted descendiente de ranqueles?—cuestionó ella. — ¿Necesita atención médica?
—Una legión de nómadas, cazadores, iluminados por el fuego de nuestro dios—siguió diciendo el hombre, ignorando a la médica. —Oscurecidos por la civilización, mutilados por quienes nos llamaron barbarie.
—Pero ¿qué dice? Usted está demente.
El hombre rió socarronamente, se dio media vuelta y regresó por donde había llegado. La médica se puso de pie, pero al salir de la sala, solo se encontró en un oscuro pasillo.
De repente abrió los ojos. Todo había sido un sueño. Salió de la tienda hecha de pieles. A lo lejos, unos hombres uniformados llegaban a caballo con armas en sus manos.Zoe Donatella Amorini
San Fernando, Buenos Aires, Argentina
Mi nombre es Zoe Amorini, tengo diecinueve años y vivo en San Fernando, Buenos Aires. Soy estudiante de la carrera de Contabilidad en la Universidad de Buenos Aires. Estudié Abogacía en la Universidad de San Andrés (Buenos Aires) mediante una beca que por motivos personales tuve que abandonar.
La escritura es mi pasión desde que tengo memoria. Desde niña escribía cuentos y relatos, aunque mi inicio en el mundo de la escritura lo considero a los trece años, cuando me propuse hacer mi propia novela.
Mi sueño es llegar a convertirme en una escritora profesional y trabajar de esto que es lo que más me gusta, que es mi pasión por sobre todas las cosas. Para llegar a eso, voy paso a paso, empezando por participar de este concurso y esperando resultar victoriosa.
OCTAVA MENCION
- “¡Soy Hokash, de la tribu Silkpún!” - declamó Horacio- “Y digo que los invasores nada han respetado, ni a la Madre Tierra, ni al Hacedor de Todo, ni a nosotros mismos. Nos han impuesto su dialecto, sus costumbres, sus pestes, sus vicios. Su dinero y su codicia. Nos han envilecido, han arruinado nuestro futuro. Ya nada será como antes.”
Estaba acostumbrado a recitar ese parlamento, pero le inyectaba, desde su corazón, un énfasis de agonía, un fulgor de sol antiguo. No pocos turistas, en el amplio anfiteatro que daba a la playa, pensaron que su avasallante verba merecía una propina digna, pues el fuego fanático de la declaración escondía un sutil deseo económico.
Después siguió el silencio, y luego un aplauso feliz, confeccionado con retazos de la satisfacción por la ducha caliente que aguardaba en el hotel, la cena gourmet, la cama mullida. Horacio sonrió, se dejó fotografiar, repartió apretones de manos, recibió monedas.
Al final los turistas vaciaron las escalinatas. Él se secó la transpiración en el pequeño vestidor, y abrió una lata de cerveza. Entonces Hokash, de la tribu Silkpún, luego de haberla bebido de un sorbo, escondió el rostro entre las manos y lloró.
Ernesto Daniel Bollini
CIUDAD DE BUENOS AIRES - ARGENTINA
Nacido casualmente en Inglaterra, Londres, el 30/12/1959.
Argentino por opción. Farmacéutico. Casado en segundas nupcias. Cuatro hijos.
Cinco novelas inéditas. Varios relatos publicados en antologías de Argentina y
España.
NOVENA MENCION
Estaba enojada con todo. Con todos. Inconforme. Las lentas horas de viaje al noroeste constituyó la confirmación del malestar y su decisión de renunciar a la existencia edificada. Incertidumbre, de ese modo calificaba su situación, mientras el sol de enero obstruía la visión de las piedras huacas del Shincal de Quimivil. Horas después, un sonido la despertó. A su lado, un hombre joven vestido con una túnica, sandalias y plumas blancas sobre la cabeza, soplaba una trompeta de caracol, un pututu. De inmediato, la arqueóloga recordó a los chasquis, los veloces mensajeros que décadas antes había estudiado. El joven levantó su Quipu y en quechua trasmitió un mensaje, que la arqueóloga sin conocer el idioma, extrañamente comprendió: “No permitas que Supay te dañe. Levanta tu ánima de la sepultura que tú has construido, y vuelve a vivir. Atraviesa la Roca Raja y purifícate. Tienes una misión: ayudar a Pacha Mama.” Pronunciada la última palabra, el mensajero emprendió su veloz marcha. “¿Sueño o alucinación?” se interrogó la antropóloga, y buscó un vestigio del extraño visitante. De repente, frente a ella vio una Piedra Raja que al llegar a la excavación no había observado. Impresionada y curiosa, avanzó hacia ella.
Cintia Elisabet Ugarte
Casilda, Santa Fe, Argentina
breve biografía: "Desde pequeña comencé a escribir y concurrir a talleres literarios, actividades que por alguna razón desconocida deje de realizar a los 16 años. Hoy, con 29 años intento recuperar mi esencia, y crear otros mundos, otras realidades mediante la literatura, y el teatro, (el cual, se ha convertido en una gran pasión hace 6 años). Trabajo como abogada (UNR) y mediadora (UCA) en Casilda, una ciudad pequeña del sur santafesino."
DECIMA MENCION
Sangre hermana derramada sobre tu pachamama, tu inocencia te condenó al engaño, viendo en el recién llegado, un enviado divino, que ante tu alarido desgarrador, te acorralo como salvaje, pretendiendo que te inclines a un Inti crucificado, sobre tu Viracocha sagrado cimentó basílicas ignoradas, a tu lengua encastillo, asalto tu canto, tus templos y tu voz.
Cepa de montaña y llanura agreste, cimarrón, semilla de roble, espiga y marlo de abundancia, camaleón de selva, piel firme y morena que brilla bajo el sol. Tu alma bailo en danza de viento y de río de olitas retraídas.
Tienes la fuerza del pampero y corazón noble acuña amistad. Aunque apuñalen tu cuerpo no lograran borrarte, pues eres esencia aguerrida que está en el aire, en el ciprés, el manantial, el Aconcagua y la quebrada, en el sol, en las águilas y en el canto del erque.
Mariela Silvina Saavedra
Necochea, Buenos Aires, Argentina
Soy nacida en la hermosa ciudad de Necochea, ubicada en la costa atlantica argentina, lugar al que amo, más allá de su belleza, su mar ha sido inspirador de varios poemas. La vida me regaló una hermosa hija, a la que recurro a la hora de necesitar una crítica, escribir es algo que me encanta hacer, me permite ir más allá, a lugares remotos pero posibles en mi imaginación.
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